Nunca
me he considerado una gran lectora, no obstante, siempre he sido una persona
con una capacidad de abstracción bastante grande y las obras que he leído en mi
vida han enriquecido mucho mi mundo interior, hecho que ahora considero de gran
importancia.
A
pesar de mi gusto por los cuentos, podría decir que mi infancia estuvo
francamente marcada por el cómic, especialmente por las historias de don
Francisco Ibáñez con personajes entrañablemente divertidos como Mortadelo y
Filemón, la portera de El trece Rue Percebe, Rompetechos, el
botones Sacarino y muchos otros más que, por razones de extensión, me aventuro
a omitir. Asimismo, también recuerdo con nostalgia las lecturas de Tintin, Charlie Brown, Asterix y Obelix y
Mafalda.