Es importante empezar mi autobiografía lectora
diciendo que, la lectura, cuando era pequeña, no era el modo en el que yo solía
pasar el tiempo libre. Mi tiempo transcurría entre la gimnasia artística (me
entrenaba 4 horas por día) y mis
amigos-vecinos de casa con los que jugaba por la calle. Sin embargo, en aquella
época, los libros que solía leer eran los cuentos tradicionales (cuentos con
los que crecieron la mayoría de los niños), revistas que hablan de mansajes, maquillaje cinematográfico
y de danza, y a veces leía comics como Ratoncito o Dylan Dog, o algunos libros de poesía que encontraba en los
estantes.
Después de los 18 años, con la inscripción, en la Universidad, al curso
de Lenguas y Culturas Modernas, he empezado a disfrutar de algunos tipos de
lectura. Lo admito, a mi el género narrativo no me gusta mucho, porque no soy
una persona asidua en la lectura y, por lo tanto, si no sigo leyendo todos los
días, suelo olvidarme de lo que he leído antes. Sin embargo, durante estos años
he leído libros como:
Un libro que me recuerda la juventud es Robinson Crusoe de Daniel Defoe, novela
de adventuras por antonomasia. Se abordan temas como el rechazo y la soledad.
Un libro juvenil que para mi fu, y sigue siéndolo, extraordinario y determinante es El Principito, de Antoine de Saint Exupery. Un libro de una ternura absoluta y que se necesita leer en cada etapa de la vida. Los valores contenidos en este libro son los más importante en esta vida.
Otro libro es Il Petalo Cremisi e il Bianco, de Michael Faber. Para leer ese libro se necesita tiempo y constancia, casi 900 páginas.
En los años en los que estudiaba en la Universidad, leí Don Giovanni in Sicilia, de Vitaliano Brancati, autor siciliano (de mi mismo lugar de nacimiento). Aconsejo este libro porque describe el estilo de vida, y los sicilianos, de manera idéntica a la realidad. Leyéndolo se pasa además un buen rato.
Otro libro interesante que leí es Il Gattopardo de Giuseppe Tomasi di Lampedusa. Libro muy descriptivo y fiel al estilo de vida que conducen los sicilianos.
Además leí la Celestina, de Fernando de Rojas; Don Álvaro y la fuerza del sino de Duque de Rivas; Lazarillo de Tormes; La vida es sueño, de Calderón de la
Barca; Días de Reyes Magos, de Emilio
Pascual; Memorias de una vaca, de
Bernardo Atxaga, Raíz de Amor, de Ana
María Pelegrín.
Para concluir, para mi
fueron determinantes autores como Rimbaud, con sus Tutte le poesie, Le
illuminazioni, Una stagione all’inferno, y Bukowski con Storie di Ordinaria Follia y L’Amore è un cane che viene dall’inferno.
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