La experiencia que hice en el Instituto Jorge
Juan de Alicante ha
sido particularmente agradable y, para eso, tengo que agradecer a mi tutor
del Prácticum Ricardo Matas, el profesor por excelencia que todos los
alumnos desearían tener.
Inicialmente, le
pedí si podía observar y dar clase sólo en un curso de 1° o 2° de la ESO por el
hecho de que tenía miedo al impartir clases a alumnos más mayores. Sin embargo
él, viéndo mi inseguridad y querendo que yo aprendiera lo máximo, decidió llevarme
consigo a todas las clases que tenía que impartir en los diferentes cursos,
para luego darlas yo misma.
Durante mi estancia,
asistí a muchas clases tenidas en el PASE (programa de acogida al sistema
educativo) y a dos clases tenidas respectivamente en un 1° de Bachiller y en un
4° de la ESO.
En la clase
tenida para el 1° de Bachiller, mi tutor tenía que explicar "la
Comunicación y sus elementos". Una vez explicados los seis
elementos de la comunicación (emisor, receptor, enunciado, codigo, canal y contexto),
Ricardo dio algunos ejemplos para que los alumnos pudieran entender el tema.
Luego, para mostrar las dificultades que se pueden tener en una conversación y
los malentendidos que suelen pasar, se hizo un juego, lo del "Teléfono
descompuesto", para que los chavales escucharan cómo un mensaje se va
distorsionando al ser transmitido a lo largo de una cadena de oyentes. Los
alumnos, divertidos y relajados, parecieron entender bien lo que el profesor
quería transmitirle. A continuación, mi tutor hizo algunos dibujos en la pizarra para que se
entendiesen los "tres actos de habla".
La clase, de sólo 45
minutos, no nos dio el tiempo de adelantarnos con el tema. Sin embargo,
dedicamos los últimos 5 minutos a preguntas varias.
Al término de la clase, después de
haberme felicitado con Ricardo por haberla tenido sin ningún esfuerzo o
aburrimiento por parte de los alumnos, le pregunté si ellos habrían
tenido que hacer exámenes para comprobar el aprendizaje de algunos
temas tratados (yo quería aprender a evaluarlos). Él me contestó diciendo que
no quería evaluar a los alumnos por las notas que iban a sacar en los exámenes,
sino por medio de la observación de las conductas y de las tareas que iban a
desarrollan en el aula misma. En esto estuve totalmente de acuerdo con
él.
Creo que prepararse unos argumentos simplemente para aprobar un exámen pone al alumno en una condición de estrés que hace que aprenda los temas de manera mnemonística. Por lo tanto, el día en el
que enseñaré de nuevo, intentaré, por cierto, actuar de esta manera en la
hora de evaluar a mis alumnos.
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