En los últimos cincuenta años, para ser sinceros, la
escuela no ha cambiado mucho respecto a las condiciones materiales donde se
imparten las clases y, en muchos casos, desgraciadamente, ni siquiera respecto
a la metodología didáctica. Sería posible imaginar una ruptura drástica con
este modelo que llevaría, dentro de 15 años, a una innovación radical en la
educación, con la ayuda de las TIC, que reclaman cada vez más espacio.
Imagino la escuela del 2030 sin sillas y pupitres. Ya no
formarán parte del espacio físico del ‘aula’. Los alumnos aprenderán a
interactuar con el mundo circundante, vivirán en simbiosis y estudiarán en
aulas en continuo movimiento. Su campus de estudio será el mundo real y
aprenderán, a través de “espacios virtuales de aprendizaje”, a desarrollar sus
habilidades de negociación, a resolver los problemas y a intercambiar ideas de
manera proactiva. Para estudiar y seguir adelante con sus proyectos, tareas y
exámenes, utilizarán las bibliotecas completamente informatizadas y los
laboratorios altamente tecnológicos de la propia ciudad. En suma, el
aprendizaje ya no estará limitado a un espacio físico. Las clases se darán
exclusivamente online y, entre otras, será obligatoria la asignatura “Seguridad
personal y social”, donde se educarán los alumnos a la seguridad, como función
trasversal: la seguridad en los comportamientos relativos a la salud y al
bienestar personal (alimentación, higiene, conductas sexuales, uso de
sustancias nocivas), el respeto hacia el medio ambiente, a la observación de
las normas y código de circulación y, en general, a la prudencia en todos los
comportamientos cotidianos. Sólo así se podrán evitar y prevenir los graves
sucesos de violencia (desde la verbal hasta los tiroteos) que a lo largo de los
últimos tiempos han protagonizado desgraciadamente la vida en algunas escuelas.
El lema de referencia será “para cambiar la escuela hay
que cambiar el mundo” y se favorecerá su aplicación práctica a través de aulas
virtuales que permitan la integración entre alumnos de distintas etnias y
clases sociales. En ellas cada alumno tendrá la misma dignidad, recursos y
espacios para llevar a cabo su aprendizaje.
En 2030, las nuevas tecnologías servirán para contestar
de manera organizada y sistemática a todas las preguntas, por lo tanto ya no
será necesario interrogar a los estudiantes, el aprendizaje será evaluado según
el pensamiento crítico y la capacidad personal de resolver los problemas de la
vida de cada uno. Los textos servirán como medio de consulta del alumnado, en
un doble formato (digital y en papel) y serán completamente gratuitos. Las
matemáticas y la literatura sobrevivirán pero se enseñarán de manera diferente:
las matemáticas estarán concebida como un medio para aprender a resolver los
problemas cotidianos y a optimizar cada proceso o acontecimiento. Permitirá
encajar cada pieza en el puzzle de la vida. La literatura, por su parte,
servirá para que los alumnos sean los protagonistas de sus historias, a través
de proyectos creativos, sin tener que estudiar los textos de manera canónica
como en la actualidad.
Los profesores tendrán que dominar las tecnologías de la
información y la comunicación, Internet y sus recursos, y su rol será de guía
motivadora para sus alumnos fundamentada en la innovación, y con el objetivo
final de optimizar el conocimiento y saber qué uso hacer de él en el mundo real.
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